Por qué las tácticas son superadas por las estrategias

Recuerdo a un compañero del colegio, Santiago, quien un día, entre clases, me convenció de probar el club Ajedrez.

(Fue el mismo que me llevó por el equipo de fútbol, y ya que eso resultó ser un acierto, pensé, ¿por qué no darle una oportunidad al ajedrez?).

Todavía no entiendo cómo me persuadió (definitivamente tenía un don para el convencimiento), pero mi tiempo en el club fue breve, apenas un par de semanas.

La razón era simple: había llegado la primavera, y en mi infancia, viviendo cerca de parques y vegetación, simplemente me hacía salir a jugar fuera, no me gustaba permanecer en la casa. Menos aún para jugar juegos de mesa.

No me malinterpreten, considero que los juegos de estrategia son fascinantes, y estuve a punto de retomarlos después de ver «El Gambito de la Dama» en Netflix.

Sin embargo, no son precisamente juegos sencillos. Sobre todo, cuando te enfrentas a oponentes que realmente saben el arte de este juego.

Claro, podrías sacar el viejo juego de ajedrez de la estantería y pasar un rato casual con amigos. Pero en cuanto te encuentras con alguien que tiene aunque sea una pizca de habilidad, lo que era un juego amistoso rápidamente se convierte en una guerra.

Peones sacrificados sin piedad. Reinas que se lanzan al ataque. Caballos cumpliendo con su deber hasta el último suspiro. Pero al final, toda resistencia es inútil.

Esa fue una lección que aprendí rápido y a las malas.

Durante mi breve incursión en el mundo del ajedrez, logré aprender unos cuantos trucos y tácticas ingeniosas que, en teoría, me permitirían obtener victorias rápidas y brillar como un campeon de ajedrez aficionado.

Pero ahí radicaba el problema: eran solo tácticas. No estrategias. Así que cuando finalmente me topaba con alguien que sabía cómo neutralizar mis básicas tácticas de principiante, simplemente estaba acabado.

Pasa lo mismo en el marketing.

A primera vista, el marketing exterior parece ligero. Divertido. Incluso un poco tonto (después de todo, las herramientas de marketing se trata simplemente de redes sociales, vídeos, emails y algunas gráficas e historias simpáticas «lindas».

Las tácticas pueden tener su momento de gloria. Pero raramente perduran. Y frente a un competidor superior, no tienen posibilidad.

Sin embargo, la mayoría de mercadólogos hoy día se obsesionan con tácticas, trucos y el eterno desafío de «vencer a los algoritmos».

Cortoplacistas

Porque lo que hoy puede funcionar, Es poco probable que funcione mañana.

Por eso mi filosofía: «Estrategia primero».

Este enfoque me ha permitido a mí y a mis clientes desarrollar, expandir y escalar negocios sólidos, lucrativos y que brinden libertad, sin importar el canal, la red o la plataforma en uso.

No es el método, es toda la locura que hay detrás.

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